jueves, 11 de diciembre de 2008

Hasta ahora Martin ha demostrado ser una persona que fracasa en todo, pero la vida en las grandes ciudades está organizada de modo tal que hasta al ser más inútil le basta ser simpático o tener familia para subsistir durante años sin mayores inconvenientes porque las consecuencias de su inutilidad se compensan, anulándose, con las consecuencias de la inutilidad de los demás. La sociedad protege a sus verdaderos devotos, y sin duda posee el derecho de hacerlo, así como posee el derecho de marcar en la frente con un hierro candente a los solitarios, los excéntricos, los derrotistas que pretenden ponerla en contacto con la realidad. J. R. Wilcock

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