su tiempo
de miel escarlata
fue aglutinado tras la medida justa
de un cielo opaco
la fosforescencia inerte de un
porvenir deseablemente deseado
recorría pupilas obnubiladas
mientras que desgarraba ansias
peligrosamente foráneas, mientras
zumbidos relampagueantes atestaban
un aire denso, gris, paradójicamente porteño
hastío
que es furia
que es tiempo
impregnado en anatomías demasiado humanas
que es rencor material
lo que dilapida mi poder no es nuestro
nulamente tuyo
supimos de sangre en el cuerpo hermano
de lágrimas en el ojo amigo
de voces ahorcadas antes de cualquier suspiro
pero sobre todo de espanto en la elipsis cómplice
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